Huelgas y mujeres en la historia


La lucha feminista es mucho más antigua de lo que pensamos, podemos hablar de reivindicaciones por la igualdad entre géneros incluso en la Edad Media, sin embargo, últimamente en muchos medios se está comentando que la del día 8 de marzo es la primera huelga feminista de la historia. ¿Es esto posible?
Básicamente depende del criterio que empleemos para definirla como pionera: si hablamos de una huelga feminista internacional entonces sí que es la primera, ahora bien, si hablamos de una huelga feminista, tenemos algún precedente, y si hablamos de una huelga protagonizada por mujeres, pero sin reivindicaciones feministas, también los hay. Os contamos algunos ejemplos:

El Día Libre de las Mujeres de Islandia, 1975
Seguro que en los últimos días has escuchado Islandia en muchísimas noticias y debates sobre la huelga del día 8, pero ¿qué pasó?
Vista aérea de la manifestación en Islandia.
Ocurrió el 24 de octubre de 1975, día en que la agrupación feminista Red Stockings convocó una huelga exclusivamente femenina para reivindicar la igualdad. A pesar de que Islandia fue el tercer país del mundo en reconocer el voto femenino (1915), en 1975 el Parlamento de la isla tan solo contaba con tres diputadas, la brecha salarial era más que palpable, y no hablemos de dirección de empresas, roles sociales, etc.
A pesar de que las Red Stockings no contaban con muchos apoyos, pues eran consideradas radicales dentro del propio movimiento feminista, la huelga fue todo un éxito. Mujeres de todas las ideologías la secundaron la movilización que paró empresas e instituciones de todo el país.
Por su parte, los hombres aceptaron la movilización con total normalidad y, en su mayoría, apoyaron las reivindicaciones feministas. No fue solo un movimiento de protesta, también fue un ejercicio de pedagogía, pues muchos hombres tuvieron por un día que asumir responsabilidades que hasta entonces habían relegado en sus mujeres. Quizá por eso los hombres recuerdan aquel día con el nombre de Viernes largo.
A modo de anécdota se cuenta que varios medios de comunicación trataron de hacer una estimación de la participación llamando directamente a las casas para preguntar a las mujeres si habían hecho huelga, pero el teléfono fue atendido en casi todos los casos por los maridos, que ese día se habían hecho cargo de la casa y los niños mientras sus mujeres participaban en debates, concentraciones y charlas improvisadas en las calles.
Vigdis Finnbogadottir en el balcón de su casa
el día que fue elegida presidenta
Tan solo cinco años después, en 1980, Vigdis Finnbogadottir fue elegida presidenta de Islandia, convirtiéndose así en la primera jefa de Estado elegida democráticamente en el mundo. Finnbogadottir era conservadora, sin embargo tomó parte en la huelga, y siempre ha defendido públicamente que de no ser por aquella protesta, ella nunca habría ganado unas elecciones. Eso sí, como conservadora, jamás ha vuelto a apoyar ninguna otra huelga.
En la actualidad Islandia es el país con menor brecha de género del mundo de acuerdo al WEF (Foro Económico Mundial), fue el primer país en introducir el permiso de paternidad remunerado y el primero en tener a una primera ministra, Johanna Sigurdardottir, reconocidamente lesbiana. Sin embargo, dicen los especialistas que aún persiste la brecha y queda mucho por hacer, así que imaginad en el resto de países…

La huelga de “pan y rosas” de Lawrence, 1912
Pero si la de Islandia fue la primera huelga feminista, no fue la primera huelga femenina, ya que a lo largo de la historia se han dado varias huelgas protagonizadas por mujeres, aunque sin reivindicaciones propiamente feministas. Una de las más importantes fue la que en 1912 protagonizaron las obreras de la industria textil de Lawrence (Massachusetts).
Por aquel entonces los trabajadores del sector textil estadounidense estaban en pie de guerra contra los abusos de la patronal, que a pesar de estar en alza, mantuvo las miserables condiciones laborales de sus obreros.
Si las condiciones de los obreros eran malas, ya podemos imaginar cómo serían las de las obreras. Así que en este contexto, las mujeres comenzaron a organizar sus propias protestas exigiendo mejoras laborales.
Una de las primeras fue en 1909, cuando grupos de adolescentes (la mayor parte de empleadas eran menor de edad) se manifestaron por las calles de Nueva York con una veterana que tan solo contaba con 23 años de edad, Clara Lechmil. Sin embargo, sus reivindicaciones no fueron escuchadas.
Fue en 1912 cuando las obreras decidieron dar un paso más en su lucha, pero contaban con un enorme inconveniente: la falta de organización. No existían instituciones ni sindicatos que reuniesen a todas las trabajadoras, pues normalmente solo se aceptaba a obreros varones, blancos y mayores de edad, por lo que menores, negros y mujeres quedaban excluidos. Tan solo una agrupación, los Caballeros del Trabajo, abrió sus puertas a mujeres y negros.


Finalmente fue la Industrial Workers of the World la organización que asumió las reivindicaciones feministas y animó a llevar a cabo protestas exclusivamente femeninas. Pero había otro problema: la mayor parte de trabajadoras eran inmigrantes, por lo que en las reuniones el idioma era un problema.
El día 11 de enero de 1912 se pusieron en huelga las trabajadoras polacas de una de las empresas de Lawrence, y al día siguiente les siguieron compañeras de otra empresa. En pocos días prácticamente todos los talleres se unieron a la huelga y realizaron un cordón alrededor de las industrias para evitar la entrada de la policía.
A inicios del siglo XX, Estados Unidos no se parecía en nada a la Islandia de 1975, y las obreras no tuvieron el apoyo necesario, así que el comité de huelga organizó guarderías y comedores para los hijos de las obreras. La solidaridad se hizo notar por parte de vecinos de poblaciones de alrededor que, cuando la policía recurrió a la violencia, se hicieron cargo de los niños.
Para cuando esto ocurrió, la huelga apareció en todos los medios de comunicación del país. Hasta allí se trasladaron en solidaridad estudiantes de universidades próximas y se reunieron fondos para apoyar a las obreras. Finalmente, a los empresarios no les quedó más remedio que ceder a las peticiones, no solo de las mujeres, sino también de todas las protestas de los obreros del sector para salvar su reputación.

Las huelgas de sexo, una constante histórica
Una constante histórica protagonizada por mujeres es la de las huelgas sexuales. Se trata de formas de protesta en las que las mujeres suspenden las relaciones sexuales con sus parejas hasta alcanzar un objetivo. A menudo estas protestas se han llevado a cabo para lograr la paz en un conflicto armado.
Representación de Lisístrata en el Festival de Teatro
Clásico de Mérida. Fuente: El Confidencial
La primera de la que tenemos noticia la recoge el dramaturgo Aristófanes en su obra Lisístrata. En esta obra de teatro se cuenta la historia de Lisístrata, una mujer que lidera una protesta de estas características para acabar con la Guerra del Peloponeso. Desconocemos si en el siglo V a. C. se celebró una huelga sexual en Grecia, pero desde luego que se plantee el tema en una comedia clásica da que pensar.
De las que sí que tenemos noticia es de huelgas más recientes, como la que protagonizó la Women of Liberia Mass Action for Peace, que puso fin a la Segunda guerra civil liberiana en 2003, y cuyas líderes fueron recompensadas en 2011 con el Premio Nobel de la Paz. Existen otros ejemplos en Kenia, Turquía, Colombia, Filipinas...

¿Por qué el 8 de marzo y por qué en 2018?
Independientemente de las motivaciones políticas, sociales, económicas, culturales... que sin duda las hay de sobra, ¿qué motivo hay para que esto ocurra el 8 de marzo de 2018?
El día 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, pero las versiones sobre los acontecimientos que dieron lugar a que se conmemore ese día concreto difieren. Una de las versiones más extendidas es la del incendio de 1857 en una fábrica en Nueva York, en el que murieron varias obreras que estaban haciendo huelga. Sin embargo, muchas historiadoras feministas han desmentido esto pues, según ellas, no existen pruebas documentales que lo acrediten. En su lugar señalan la celebración de una marcha de costureras en la misma ciudad.
No obstante, el 8 de marzo parece una constante en la historia de la lucha feminista, pues ese día se produjeron algunas de las reivindicaciones más importantes de este movimiento, antes incluso de que se instituyese como día internacional. Así, por ejemplo, y hablando de huelgas, en 1867 tuvo lugar la huelga de planchadoras de Troy, en el estado de Nueva York.
Elena Maseras,
primera española que
estudió Medicina.
Sea como fuere, en 1910, durante la celebración de la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Dinamarca, se votó unánimemente la celebración del Día de la Mujer el 8 de marzo. A partir de 1917, el Día de la Mujer comienza a celebrarse en los países comunistas, y en 1975 sería reconocido oficialmente por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Además, el día 8 de marzo, tiene un significado especial en España. Y es que ese día, precisamente del año 1910, fue reconocido oficialmente el derecho de la mujer a estudiar en la universidad.
Como decimos, sobran los motivos, pero es que además, por si alguien aún no ha caído, la democracia española cumple en 2018 cuarenta años. Esto quiere decir que el movimiento feminista español (fuera de la clandestinidad, claro), cumple también cuarenta años de lucha y, sin embargo, cuatro décadas han cambiado pocas cosas, y si a Islandia le quedan cosas por mejorar, a España ni os contamos.



Algunas lecturas sobre historia del feminismo:

Capel, Rosa María (2004). Mujeres para la historia: figuras destacadas del primer feminismo. Ed. ABADA.
Evans, Richard (1980). Las feministas. Los movimientos de emancipación de la mujer en Europa. Ed. Siglo XXI.
Pérez Garzón, Juan Sisinio (2011). Historia del feminismo. Ed. Catarata.
Rowbotham, Sheila (1978). Feminismo y revolución. Ed. Debate.
Sole Romeo, Gloria (2011). Historia del feminismo (siglos XIX y XX). Ed. Universidad de Navarra.

1 comentario:

  1. Buen artículo, en especial para compartir de forma sincera y documentada las motivaciones que coadyuvan a dar forma al movimiento feminista.

    Inicialmente, la desigualdad en el trabajo fue el motor de este movimiento social, para dar luego paso a la desigualdad política.

    En la actualidad, podemos ver un movimiento de tendencia más holística, tanto en sus análisis, como en la propuesta de soluciones a los problemas que avizora.

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