Apolonio de Tiana, nuestro Jesucristo favorito

Vosotros que poseéis el poder absoluto y decís que sabéis gobernar, ¿Cómo es que las ciudades, por vuestra causa, se ven avocadas a esta miseria que están padeciendo?
El Cristianismo, como muchas otras religiones, parte de elementos precedentes que toma y moldea a su antojo para hacerlos propios, por lo que junto a lo original aparece una gran cantidad de material reciclado. Por otra parte, surge en un momento en el que Oriente funciona como una gran industria de exportación de credos, los viejos dioses romanos ya no estaban de moda y las religiones mistéricas eran lo trendy del momento. Mitra, Cibeles, Isis, Némesis…  Los diferentes misterios prometían algo tan jugoso como la vida tras la muerte, y eso para una gran parte de población sin demasiadas expectativas era mucho.
Muchas de las divinidades de estos credos tienen vidas o cualidades que se asemejan a la de Cristo, pero ¿y si un simple hombre es capaz de hacer sombra al hijo de Dios?
Apolonio nació en Tiana, Capadocia (hoy Turquía) y al igual que Cristo su madre tuvo un sueño místico tras el cual fue engendrado, algo que también ocurre a Alejandro Magno. Pues bien, el sabio capadocio era miembro de una importante familia, de hecho a los veinte años su padre murió y recibió una gran herencia, la cual rechazó. Su educación fue excelente, ya que con doce años marchó a Tarso a estudiar y posteriormente a Aege.
Decidió no comer carne, solo lo que salía de la tierra era puro según su pensamiento, tampoco bebía vino y su vestuario se limitaba a una túnica de lino. Llegó a permanecer cinco años sin hablar. Con este comportamiento extraño y su inteligencia fue consiguiendo seguidores, y recorrió numerosas partes del mundo, llegando a Cádiz por un extremo y al Tíbet por otro.
Su aspecto físico, pelo largo y barba al modo hindú, fue copiado por sus discípulos, que volvieron a abandonarlo ante el peligro que suponía su viaje a Oriente. Sería en ese camino donde conoció a Damis, que sería su mejor amigo hasta su muerte. Se estableció en Roma, donde su fama fue enorme, pero Nerón expulsó a los filósofos de Roma, y marchó de nuevo de viaje, estando en lugares como Alejandría, donde fue recibido como una divinidad, o Etiopia. Posteriormente volvió a Roma y allí fue encarcelado, aunque consiguió liberarse.
Vale, Apolonio iba de un lado para otro, con pinta rara y tenía seguidores, pero Cristo hacía otras cosas como milagros, Apolonio también. Estando en Roma dijo: “Algo ocurrirá y no ocurrirá,” y tres días después un rayo impacto en la copa de Nerón. Pero si esto sabe a poco, resucitó a una chica tras tres días muerta. (¿Os suena de algo?).  También hacía aparecer de la nada alimentos e incluso predijo la muerte de Domiciano. Lo interesante de estos milagros es que él los explica ya que dice que tenían causas totalmente justificadas. Así, Apolonio, a diferencia de Jesús, no se consideraba divino.
Otro aspecto interesante de su vida es la fama y trascendencia que alcanzó, ya que soberanos como Domiciano o el rey Vardane de Babilonia le pidieron consejo, aunque él rechazó las adulaciones. Aun así, fue honrado en múltiples ocasiones tras su muerte, Caracalla le dedicó un templo y Alejandro Severo tenía una figura suya en su altar personal.
Su muerte está envuelta en misterio, porque Nerva lo citó a Roma y él le escribió estas palabras “Príncipe, pasaremos juntos la mayor parte de nuestra existencia, durante la cual nadie nos dirigirá, y no dirigiremos a nadie”. Tras lo cual desapareció, tenía más de ochenta años, pero con él no murió su fama que siguió muy presente a lo largo de la Antigüedad.


  • Filóstrato, Vida de Apolonio de Tiana.

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