Vacas para parar una guerra

En el navarro Valle del Roncal siete pueblos tienen el privilegio aún hoy, de que sus vecinos franceses los agasajen anualmente con tres reses, a raíz de un pacto que se remonta al siglo XIV, convirtiendo a esta tradición en el tratado internacional más antiguo de los que se encuentra en vigor en Europa.
Los acontecimientos que dan pie a que se establezca el acuerdo entre el navarro valle de Roncal y el francés de Baretous, no son más que un enfrentamiento entre comunidades vecinas por una serie de pastos y de manantiales que se antojaban fundamentales en las que la ganadería constituía un recurso económico fundamental. En el siglo XIV los altercados se tornaron más graves, causando muertos y diversos problemas, pero fue en 1373 cuando el conflicto se recrudeció.
Pedro Karrika navarro y Pierre Sansoler por la francesa, discutieron por quién podía utilizar antes una fuente situada en territorio de Navarra, tras lo que el primero asesinó al segundo, y luego huyó. La respuesta de los baretoneses fue organizar una partida que terminó con la muerte de la mujer de Karrika, esto desencadenó un ataque navarro a la casa de Sansoler asesinando a los que allí se encontraban, tras lo que se dio el contraataque baretonés de turno y así sucesivamente, con ataques cada vez más graves, destacando la batalla de Aguincea. En total más de 300 muertos.
Ante tantos problemas intervinieron tanto el rey de Navarra Carlos II y Gastón de Foix. En 1375 se dictó una sentencia que especificaba los usos de las tierras por las dos partes, sobre las aguas y pastos de la frontera. Y dentro del mismo se encuentra el punto en el que se habla de la entrega de las tres vacas. La ceremonia por la que se procede al pago del tributo, es la siguiente:
A la cumbre del Herranz, acuden los alcaldes navarros de Uztarroz, Isaba, Urzainqui y Garde y los franceses de Arette, Aramits, Feds, Lanne, Ance e Issue. El alcalde de Isaba, pregunta  a los franceses si van a cumplir con su obligación, “¿venís dispuestos a pagar el tributo de las tres vacas del mismo dentaje, pelaje y cornaje como en años anteriores?” y ante el sí de estos que deben darlo en tres ocasiones, se van colocando las manos derechas sobre la piedra de San Martín, el último es el de Isaba que pronuncia las palabras “pax avant, pax avant”. Tras esto se examinan las vacas por parte de un veterinario y se reparten entre los pueblos navarros. También se nombran cuatro guardas, dos de cada nacionalidad que después de prestar juramento vigilarán los puertos de Ernaz y Leja, el acto concluye con la celebración de un banquete de hermandad.

Bibliografía:
  • Arozamena Ayala, A. “El Tributo de las Tres Vacas” en Euskomedia.
  • Hualde, F. (30/01/2011): “Tributo de las Tres Vacas Milenario y único” en Noticias de Navarra, Pamplona.
  • Iturralde y Suit, Juan (1880): “El tributo de las tres vacas”, en  Revista Euskara, 3, pp. 340-349.
  • Izaguirre, A. (12/07/2007): “La palabra hecha piedra” en El Diario Vasco, San Sebastián.
  • Osorio Crespo, E. (27/02/2004): “Así fue…El Tributo de las Tres Vacas” en La Ventana de la Agencia, 26, pp 20.

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