La pintora que fue violada y se convirtió en icono feminista

Autorretrato de Artemisia Gentileschi (1638).
Hoy nos ponemos un poquito serios para hablar de género, pero os aseguramos que merece la pena hacerlo.
Que la Historia, como ciencia, ha invisibilizado el papel de la mujer durante siglos es algo más que notable, sin embargo la historia del arte ha hecho otro tanto: ¿acaso no existieron mujeres pintoras, escritoras, dramaturgas y demás antes del siglo XX? Pongamos por caso el Siglo de Oro español: más allá de Teresa de Jesús pocos serán los que sean capaces de citar alguna otra mujer, y sin embargo las hubo: Marcela de San Félix, hija de Lope de Vega, fue una de las mejores dramaturgas de esos tiempos, y Sofonisba Anguissola, pintora italiana, fue la autora del retrato más famoso de Felipe II. O sor Juana Inés de la Cruz, uno de los mejores exponentes de la literatura del siglo dorado en América... 
Vamos, que mujeres hubo, y desde luego no menos talentosas que sus homónimos masculinos. Sin embargo, hablar de mujeres, arte y relaciones de género sin duda implica un nombre, el de Artemisia Gentileschi. Hablemos de ella.
Artemisia era hija de Orazio Gentileschi, un conocido pintor del renacimiento tardío italiano. Ya en su adolescencia, Orazio supo ver el talento de su hija, y la formó en el mundo de la pintura. Sin embargo, su carrera estuvo a punto de verse truncada por un acontecimiento traumático: al no poder asistir a una escuela de arte por su naturaleza de mujer, su padre no se rindió y encargó su formación a un amigo suyo, Agostino Tassi. Pero Tassi aprovechó la situación, y la violó cuando ella contaba diecinueve años.
El testimonio de la propia Artemisia se conserva hoy día, y es increíblemente detallado, pues narra cómo se defendió arañando la cara de su agresor e incluso cómo le arrancó un pedazo de carne del pene. Pero su defensa no fue suficiente para evitar el ataque, que además del evidente trauma, le causó varias lesiones.
Gentileschi no se calló, y tomó la valiente decisión de llevar a Tassi a los tribunales. Sin embargo también esto se lo complicaron a la joven, pues fue sometida a tortura para comprobar la veracidad de su testimonio, y además con una práctica especialmente cruel para una pintora, pues un instrumento rodeaba sus dedos y se iba apretando causándole cada vez mayor dolor.
La instrucción duró varios meses, y sacó a la luz no solo la violación de la joven pintora, sino también los planes de asesinato a su propia mujer, el robo de obras de su amigo Orazio, y otras agresiones sexuales. Todo un pieza el tipo. Finalmente el tribunal, a pesar de que no dio crédito a las pruebas aportadas por Gentileschi, tuvo que condenar al violador, aunque imaginamos que, de acuerdo a la mentalidad de la época, la agresión sexual fue lo que menos pesó en la sentencia. Sorprendentemente, fue condenado a un año de prisión y solo cumplió algunos meses.
Judith y Holofernes pintados por Gentileschi
el mismo año de su violación: 1612.
Obviamente la experiencia marcó de por vida a Artemisia, pero en lugar de darse por vencida, decidió llevar a cabo una lucha personal usando como arma sus pinceles. La historia de Judith y Holofernes, esa mujer que liberó a su ciudad del asedio del general seduciéndolo y decapitándolo mientras dormía, obsesionó a la italiana, que probablemente no entendía que se no se hubiera ensalzado hasta entonces como una heroína a Judith. Muchos historiadores del arte nos cuentan cómo probablemente Artemisia se identificó con el personaje de Judith, y comenzó a pintar esta escena siendo muy explícita.
En cualquier caso, a pesar de las dificultades de ser mujer en la época, Gentileschi cosechó notables éxitos, llegando a ser la primera mujer en entrar en la Academia de Dibujo de Florencia. Incluso fuera del mundo del arte, en lo personal destacó por su amistad con Galileo Galilei (si es que al final los herejes acaban juntándose), y por separarse de su marido y sacar adelante a su hija como madre soltera.
Sin embargo, tras su muerte Gentileschi fue olvidada y desapareció de prácticamente toda la historiografía del arte, hasta que en el siglo XX fue rescatada por la historiografía feminista. Gracias a las autoras que recuperaron su figura y volvieron a ponerla bajo el foco de la investigación, Gentileschi ha acabado convirtiéndose en un icono de la lucha feminista. Sin embargo, queda mucho por hacer, pues aún existen muchas personas que no conocen la historia de una excelente pintora italiana que llevó a un violador a los tribunales, que se separó y sacó adelante a una hija completamente sola en pleno siglo XVII.

No hay comentarios

Con la tecnología de Blogger.