Acusar de brujería es cosa peligrosa

En su momento hablamos de leyes sexuales absurdas, pero todas ellas eran leyes de actualidad (lo cual no hace otra cosa que agravar lo sorprendente de las mismas), pero hoy vamos a mirar atrás. Muy muy atrás. Hacia este señor:


Estela del código de Hammurabi,
expuesta en el Museo del Louvre

Este buen hombre fue Hammurabi, el sexto rey del Imperio Babilónico, y reinó aproximadamente entre el 1792 a. C. y el 1750 a. C.

Extendió el control de Babilonia sobre Mesopotamia tras vencer varias guerras contra los reinos vecinos, pero sus hijos no podrían mantenerlo a su muerte. 
Pero Hammurabi es conocido sobre todo por esta piedra que tenéis a la izquierda: la estela del Código de Hammurabi, uno de los primeros códigos de leyes de la Historia. 
Sus leyes unificaban los códigos existentes en las ciudades de todo el imperio. Todo un ejemplo de burocracia e incipiente poder central. Las leyes recopiladas se basan principalmente en la ley del Talión, o como se suele decir: "ojo por ojo, diente por diente".
Y una de esas leyes era un tanto... curiosa.
Si un hombre libre acusa de brujería a otro hombre libre, pero no lo prueba, el acusado de brujería irá al río y se arrojará a él, y si el río lo traga, el acusador se apropiará de sus bienes; si el río demuestra que el señor era inocente y se salva, quien lo acusó de brujería será condenado a muerte, mientras que el que se arrojó al río se apropiará de la riqueza de su acusador.

La presunción de inocencia brillaba por su ausencia, y podemos observar cómo la acusación de brujería era un asunto muy serio, y que jugarlo a "la pistola más rápida del oeste" y disparar el gatillo de la acusación era jugarse el pellejo. Aunque claro, sobre todo se lo jugaba el acusado, que sin comerlo ni beberlo podía vérselas con el río porque algún graciosillo decidiese jugársela. Parecía incluso una invitación para acusar a la gente, ya que además el acusador, si el acusado no sobrevivía, se quedaba con sus bienes...
¿Os imagináis las peleas de familia en aquella época? Debía ser curioso el reparto de la herencia, con hermanos, cuñados (y todo el que pasase por allí) chillando con la intención de quedarse un trozo grande del pastel:
-¡Brujo!

REFERENCIAS:
  • Humberto Sánchez Córdova et al., Historia Universal, ed. Pearson.
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