Todos los caminos llevan a Roma. O no

Ragnar y sus esposas
Los vikingos fueron el azote de la Europa altomedieval durante casi tres siglos, desde finales del siglo VIII al XI. Toda la jerarquía social del momento, incluyendo reyes, emperadores y obispos intentaron detener su avance y sus rapiñas, fracasando la mayoría de las veces hasta el punto de convertir en institución la famosa plegaria de a furore normannorum libera nos domine ("de la furia de los normandos libéranos, Señor"). Sin embargo, un anónimo vagabundo italiano sería el responsable de salvar a la mismísima Roma de la devastación y el saqueo de los paganos del Norte.
Seguro que muchos de vosotros y vosotras ya conocéis a Ragnar Lodbrok (¿765?-¿865?), famoso desde hace relativamente poco gracias a la serie "Vikings" producida por History Channel. Pues bien, resulta que cuatro de sus "cachorros" (así era como el propio Ragnar llamaba a sus hijos), llamados Ivar el Deshuesado, Bjørn Costado de Hierro, Hasting y Sigurd Ojo de Serpiente, decidieron en el año 860 pedirle una dotación de navíos y guerreros experimentados con los que poder lanzarse a las denominadas "Tierras del sur" (interpretadas éstas como las regiones bañadas por el Mediterráneo, aquel extraño y lejano mar sin mareas) para hacer el "vikingo" (es decir, para saquear y desplumar a todo lo que estuviera a su alcance). Ragnar Lodbrok, que era un padrazo y no quería que a sus hijos les faltara de nada, cedió a sus exigencia concediéndoles un auténtico ejército con decenas de naves mientras él mismo hacía lo propio en Inglaterra, para no perder el ritmo.
Así las cosas, la cuadrilla de hermanos vikingos partió de Escandinavia hacia aquellas lejanas "Tierras del sur" con el objetivo de saquear la capital de la cristiandad: Roma. Navegaron durante meses, a través de mares y océanos hasta que por fin, dejando un reguero de ciudades devastadas y expoliadas tras de sí (entre las que incluiríamos varias de nuestra Península Ibérica) junto a unos cuantos enemigos, consiguen arribar a tierras italianas donde decidieron descansar en lo que quedó de la ciudad de Luna (Identificada como la actual Lucca). Sin embargo, como ninguno de ellos había estado nunca en estas tierras tan lejanas, ni poseían mapas ni GPS con los que poder guiarse, recurrieron a la ancestral táctica de preguntar al primero que pasara acerca de dónde estaban exactamente y cuál era el camino más corto hacia Roma. Un viejo vagabundo que pasaba por allí en misión de peregrinaje fue el escogido para el peculiar interrogatorio y, ya sea para espantar a la comitiva Lodbrokson o porque el pobre estaba más perdido que ellos, les respondió lo siguiente sobre cómo llegar a Roma:

" Puedo deciros algo como prueba. Podéis ver aquí estos zapatos de hierro que llevo en mis pies; ahora son viejos, y los otros que llevo a mi espalda, que ahora están desgastados. Cuando salí de allí me até a mis pies los desgastados que ahora llevo a mi espalda, que entonces eran nuevos, y por este camino he estado constantemente desde entonces."

Los hermanos Lodbrokson quedaron totalmente decepcionados con la tal respuesta que decidieron abandonar su sueño de ver arder Roma y emprender el camino a casa, sin saber que se quedaron a tan solo 370 km de alcanzar su objetivo. Aunque eso sí, regresaron a su "manera" y al más puro estilo vikingo: fueron devastando cada ciudad que encontraron a su paso hasta finalmente alcanzar sus frías tierras natales, pasando una vez más por nuestro solar hispano donde secuestraron ni más ni menos que al rey de Navarra García Íñiguez, el cual tuvo que pagar unos 90.000 dinares de plata para conseguir su libertad, una astronómica cantidad de dinero con la que bien podrían haber vivido los cuatro hermanos Lodbrokson durante el resto de sus vidas. Y es que de alguna manera tenían que compensar su disgusto en Italia, ¿No?.


  • Saga de Ragnar Calzas Peludas, edición de Santiago Ibánez Lluch.


En colaboración con Ad Absurdum:


Adrián Rosell Lucas, graduado en Historia por la   Universidad de Murcia y máster en Identidad Europea Medieval por la Universitat de Lleida.

"Todas las cosas tienen un fin, excepto las salchichas, que tienen dos."

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